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sábado, 20 de junio de 2015

Comunicación chacumbele

En el Aeropuerto Internacional de la Chinita, un gran pendón ubicado en la zona de la Feria de comida está compuesto por la cara de Chávez con la mano derecha en su sien, haciendo el saludo militar, y la letra de Patria Querida.
Y es que en todos los aeropuertos del país, Maiquetía, Puerto Ordaz, Barquisimeto, está presente Chávez.  Bueno, realmente el “Gigante eterno” es omnipresente en el país gracias a la adoración no solo de la gente común sino de quienes lo usan como una especie de comodín para esconder sus debilidades y la crisis institucionales del estado y del PSUV.  Los “ojitos” y la firma en los edificios públicos y en los de la Misión Vivienda Venezuela, las caricaturas y fotos las páginas web oficiales o en los carteles en Supermercados Bicentenario, Mercales o PDVALes, la exposición “Chávez lector” en la Estación del Metro de Chacaito.
Y es que Chávez sirve como amalgama para crear el espíritu de cuerpo hacia la revolución; lo hizo vivo y también una vez fallecido, pero ¿podrá seguir siéndolo? 
Lo que se escucha muy frecuentemente en la calle, que en la actualidad es la cola el día que te toca comprar por la terminación de tu número de cédula, es que “si Chávez estuviera vivo, esto no estuviera pasando”, “el haría algo”.  “Esto” se refiere a la calamidad para conseguir y comprar productos.  Nadie puede demostrar que esas afirmaciones no sean cierta, y como nunca se vivió algo parecido en magnitud a lo que hoy ocurre, la declaración luce irrebatible. Cuando Chávez no era así, ni tampoco sería hoy.
Ahora, el haber exacerbado la imagen y el significado de Chávez, es la peor propaganda para Maduro. Mientras el Gigante esté más presente, la comparación de su buena gestión con la de Maduro (aunque este venda con Osorio la tesis de la Guerra económica) siempre dejará en claro que Chávez podía y su “hijo” no. 

La alabanza continuada a Chávez es la palanca que sustenta la crítica a la incapacidad de Maduro por parte de aquellos que fueron o que aún son chavistas.  Que el sostén de comunicación del gobierno siga siendo la alabanza a Chávez es, sencillamente, la política de Chacumbele: “el mismito se mató”.

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