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domingo, 29 de mayo de 2016

Las organizaciones no deben sobrevivir

La crítica situación de Venezuela ha hecho que las palabras sobrevivir y sobreviviendo aparezcan comúnmente en el discurso de personas e instituciones para describir - directa o indirectamente - condiciones y expectativas que ilustran su accionar para ahora o en el futuro cercano.
Pero, ¿es igual sobrevivir para una persona que para una institución?  Mi respuesta es no, y por ello considero que no es cosa menor pensar que una organización no debe sobrevivir, o para ser exacto, no debe decir que está sobreviviendo.
Para que una persona sobreviva lo que requiere es tener los elementos básicos para mantener los signos vitales.  Necesita oxígeno, agua y alimentos. Incluso bajo ciertas condiciones y por un corto lapso de tiempo podría "sobrevivir" con los dos primeros.  Con ello la persona gana tiempo, a fin de que algo o alguien la ayude a salir de esa situación: un náufrago espera llegar a una tierra poblada o que un barco lo encuentre en el medio del mar; alguien bajo los escombros de un edificio derrumbado por un terremoto confía en la llegada de rescatistas que lo liberen mientras aun posee vida.  En esos momentos ningún mortal piensa en cuáles serán las próximas materias o carrera que cursará, tampoco decidirá la nueva decoración de su hogar o de su negocio, ni si se mudará a otra ciudad o a otro país. Respirar, tomar agua y comer sólo para ganar tiempo es la estrategia básica de un sobreviviente.
¿Y las organizaciones pueden sobrevivir? ¿Cuáles son sus signos vitales?  El alma y el cuerpo de las organizaciones, y pienso especialmente las que conforman la sociedad civil, es el motivo para el cual fueron creadas - misión, visión, valores, objetivos - por tanto la sobreviviencia está intimamente ligada a que se mantenga un accionar orientado a cumplir esos deseos fundacionales.  
Para una organización, sobrevivir no es solo respirar.  No es sobrevivir que una organización tenga una oficina, un personal y que aparezca como miembro de una lista o participante de un evento, sin que esté actuando de manera programática orientada a cumplir su misión. Sobrevivir no es solo "mantener abierto el negocio" sino mantenerse realmente activos.
Por supuesto, y volviendo a la crisis de Venezuela, es posible que el nivel de ejecución de proyectos y actividades no sea el deseado o el que mas contribuya para lograr un mayor impacto, y ante ello cada organización tiene la obligación de repensarse en función de los recursos disponibles, de los aliados potenciales, de las redes a las que está integrada, de sacarle provecho a las circunstancias. Resiliencia puede ser un concepto acorde a este momento. 
Las palabras tienen mucha fuerza y por ello, definitivamente, es mucho mejor que eliminemos del vocabulario de nuestras organizaciones la palabra sobrevivir para dejar de transmitir la sensación de un estado de inacción que no justificaría algún esfuerzo de apoyo por parte de aliados o patrocinantes.
En la crisis no diga que su organización está sobreviviendo, mejor diga que está trabajando, y dedíquese - como pueda - a lograr su misión.