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lunes, 30 de agosto de 2021

Vender pantaletas

Hoy me atrevo a confesarles algo que decidí ya hace muchos años atrás, y he compartido con algunas pocas personas: yo me voy a dedicar a vender pantaletas. El motivo básico es que la venta de pantaletas posiblemente sea una de las actividades que implica menos interacción con los seres humanos, y por tanto de las que generan menos conflictos. Porque estoy seguro de que usted al igual que yo estará de acuerdo que lo peor de trabajar con o para las personas, son las personas. Llámelo jefe, empleado, aliado, patrocinante, funcionario, compañer@ de trabajo, usuarios, proveedores, conserjes, ascensorista o secretaria, cualquier de ellos, y muchos más provocan durante toda nuestra vida laboral una inmensa pérdida de energía. 

Los peores estados emocionales, durante nuestra vida útil están asociados a estas relaciones tanto con gente que vemos esporádicamente o incluso una vez en la vida, como con la masa que es parte de nuestra rutina diaria por muchos años. Se estará preguntando ¿cómo la venta de pantaletas liquida esta situación? 

En primer lugar la compra de pantaletas es un acto imprescindible de la vida de cualquier mujer. Incluso, aquellas mujeres que no usan pantaletas, al menos deben tener algunas para aquellos días en "que se sienten más mujer", y si no tendrá que comprarla cuando sea vieja, o cuando tenga hija. Pero también el hombre compra pantaletas, y aunque no constituye para él un gesto imprescindible, es una buena carta bajo la manga. Por algo Victoria Secret tiene a las mejores modelos en sus pasarelas vestidas con ropa interior. Así que los vendedores de pantaletas tienen garantizada la demanda. 

El otro asunto acerca de las pantaletas es que en el proceso de selección son escasos los momentos en que se le solicita alguna opinión al vendedor. Quien vaya a comprar una chaqueta, suele probársela y el vendedor hará comentarios sobre la caída en los hombros o el largo de de la manga. Si se trata de una blusa, recibirá recomendaciones sobre el color más apropiado. Pero con la pantaleta, la compradora mira el modelo, siente la tela, analiza el color o el dibujo, fantasea (si es que aun fantasea) en torno al momento de su uso, pero no buscará ninguna opinión. Si ella acierta o se equivoca, es por su propia decisión, y por tanto nunca podrá culparnos.

El tercer aspecto, y el más relevante para mi preocupación sobre las interacciones con la gente, viene dado por una característica que no se da con otro tipo de ropa, y que solo comparte con los interiores o calzoncillos: una vez pagada la prenda, la gente ya no puede hacer reclamo sobre la misma. No se aceptan devoluciones, es el letrero común en todas las pantaleterías. Si el adminículo no le sienta bien a usted, su hija, su esposa o su amante, puede procedérselo a regalárselo a otra o utilizarlo para limpiar los zapatos, pero no puede volver a mi tienda a exigirme un cambio, ante lo cual yo deba interactuar para entenderlo, buscar una nueva prenda, hacer la devolución y cuadrar las cuentas para que el SENIAT no me multe. A lo sumo, si la pantaleta no sirve, el comprador invitado a regresar para llevarse el mismo aparejo femenino en una talla más grande o más pequeño, o para escoger un cachetero en vez de un hilo dental, o viceversa, según sea el caso.

Vender pantaletas y vivir frente al mar, he allí mi retiro.

Publicado el 17/07/2009

sábado, 28 de agosto de 2021

Noticiero de noticias (28 ago 2021)

 Economía

Nos dice @soyarepita

$68.000 y 8.000 euros robaron 12 sujetos en motos que asaltaron un camión blindado del banco BOD en la Cota Mil (Caracas): se identificaron como agentes de la PNB.

Para los dueños del dinero este asalto ha resultado, evidentemente, una noticia muy negativa, pero para algunos economistas, influencers, opinadores de twitter y nuestro equipo, todo es alegría.

Dicen ellos que robar ese dineral solo es posible en un país donde hay dinero en moneda dura, demuestra que vale el esfuerzo de robarlo.  En otras palabras, el dinero ha vuelto a tener valor.

Un economista no chavista, que ya ha empezado a señalar a las sanciones como responsables de nuestros males en la economía, ha afirmado que “si no existieran las sanciones, habríamos llegado a esto mucho más rápido”.   ¡Levanten las sanciones!, sentenció.

Para los, las, les, coach ontológico, que es como un influencer pero con menos seguidores, este momento podría definirse como una condición positiva en la vida, que se debe aprovechar.

Por otra parte, la experiencia puede motivar a los policías a superarse, y dejar de matraquear en las alcabalas citadinas por unos cuantos dólares y elevar sus metas. 

 

Salud

Cuidado con las adicciones

Una de las consecuencias terribles de la pandemia, ha sido el incremento de las adicciones, especialmente la de los policías y guardias (y los porteros, y los vigilantes, y los….) por los dólares.  Se ha demostrado que este tipo de patologías son malas, porque – entre otras cosas – hace que un viaje de 12 horas desde San Cristobal, tarde 24.

Mosca, estos adictos con muy peligrosos.

 

Política

A la hora del cierre de esta edición nos llegan rumores de que el motivo por el que la oposición del llamado G4 no han decidido si van a inscribir candidatos para las elecciones regionales del 21 de noviembre, es porque no se habían enterado.  Dicen que no tienen cuenta de twitter.

 

La foto


En el mercadito, los tomates, pimentones y zanahorias protestaban porque el camión donde venían tienen que bajarse de la mula an cada alcabala desde los andes hasta el centro del país.  Antes ellos se iban en las bolsas, ahora son dólares (de 10 en adelante).  Luego todo sale más caro en el mercadito de los gochos.  Otra consecuencia de las adicciones.

viernes, 13 de agosto de 2021

Ojalá no nos amenace un meteorito. Alejandro Luy

 



Abundan las películas en las que el planeta se ve amenazado por hechos sin precedentes que anuncian la destrucción de la raza humana.  Van desde la invasión de alienígenas que sin motivo aparente desean apoderarse de nuestro lugar de vida hasta meteoritos que están en dirección de colisión con el planeta.  Otras producciones nos cuentan que, a causa de un extraño virus, los humanos se convierten en zombies que solo se sacian alimentándose de la carne y sangre de humanos sanos.

En todas esas películas las vicisitudes son superadas y los terrícolas se salvan gracias a la acción unos líderes valientes e inteligentes quienes unen sus fuerzas para luchar contra la adversidad, y logran que países y seres enfrentados descubran el valor del trabajo equipo por la defensa del bien común.  Que bello.  Fin.

Sin embargo, cuando comparamos los argumentos de esas películas con la realidad del mundo actual retorno al significado de lo que llaman “ciencia ficción”: es una fantasía creer que los humanos nos vamos a unir para salvar el planeta.  Un ejemplo de ello es la conducta ante la pandemia del COVID-19.

En diciembre de 2019 se “descubre” un virus en China que causa una extraña neumonía y las autoridades de ese país persiguen al médico que hace la alerta, lo llevan a una estación de policía y le obligan a una disculpa pública.  Lamentablemente luego moriría de COVID-19.  De esas mismas autoridades aún se espera mayor transparencia y colaboración para determinar el origen de la enfermedad, pero aparentemente todo quedará en simples deseos.

Durante el año y siete meses de la pandemia hemos visto como su manejo ha estado más cercano a un control policial y de restricción de derechos humanos, que sanitario y empático con una poblacional que vio su vida trastocada y amenazada, testigo de la muerte a distancia de sus familiares, gente que perdió el trabajo o sus negocios. 

Hubo – y sigue habiendo – “países negacionistas”, cuyos líderes tardaron en reconocer o minimizaron la enfermedad, expusieron a la población a los efectos del virus y su mal accionar contribuyó con el incremento del número de muertos.  Jefes de estado y gobierno que recomendaron medicamentos cuya efectividad ante el SARS-CoV-2 no estaba comprobada, y luego menospreciaron la importancia de las vacunas.  Muchas naciones realizaron campañas políticas y procesos electorales mientras los hospitales estaban colapsados, pero mantenían los parques al aire libre o las escuelas cerradas, demostrando que una pandemia no cambia las prioridades.

Muy frecuente ha sido la falta de coordinación entre regiones de un mismo país, entre países de un mismo continente, y de todas las naciones entre sí, lo cual deja en evidencia el errado pensamiento de ghetto en el manejo de un problema mundial, estrategia lejana al deber ser frente a una pandemia.

Imposible no mencionar la situación de las vacunas donde las culpas se comparten.  Lamentable conocer como diversos gobiernos convirtieron la entrega de vacunas en un bozal político o sesgarla a afinidades ideológicas o económicas, y que la distribución de este factor indispensable para controlar la pandemia ha estado marcada por una gran desigualdad.  Por eso ahora, en los países del primer mundo más del 50% de los ciudadanos han recibido las dosis completas, mientras que en América Latina y África menos del 10% de la población global han sido vacunados.

En esta desacertada actuación ante la pandemia de COVID-19 merece una mención especial la acción de muchos ciudadanos que – con intención o sin ella – han jugado del lado de la anarquía, la desinformación y la falta de solidaridad.  Ciudadanos que han negado a la ciencia y que no miden las consecuencias de sus acciones.  Ciudadanos que, pudiendo hacerlo, se niegan a vacunarse, sin querer comprender que es vital para el planeta esa acción tan personal.

Ya van 19 meses de pandemia, en muchos países ya hablan de una quinta ola de contagios, surgen nuevas variantes, muchas empresas fabricantes de vacunas no han cumplido con sus compromisos, la opacidad sigue siendo un factor de amplia presencia y parece que el mundo decidió seguir como si nada pasara.

Por eso espero que el planeta no se vea amenazado por el choque de un meteorito o un virus zombie que convierta a todos los habitantes en armas de destrucción, porque analizando la experiencia de la pandemia del COVID-19, me temo que al final todos vamos a morir. 

Pensar que muchos creían que de esta pandemia íbamos a salir siendo mejores personas. 

 

Alejandro Luy

Biólogo con Maestría en Gerencia Ambiental

@alejandroluy (twitter e IG)

13 de ago. de 2021


Foto Getty Image