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lunes, 20 de junio de 2016

La solidaridad en la administración de la escasez

En el bodegón han decido que, para ser solidarios con todos los clientes, venderán solo dos paquetes de galletas María por persona.  Calificar del gesto de “contra natura” para un negocio o simplemente la administración de la escasez le valió a mi esposa echarse encima a todos los que se encontraban allí.  Curiosamente no la llamaron neoliberal sino casi le dicen chavista, porque “así piensan los chavistas” escuchó.
Y es que administrar la escasez, dos paquetes a la semana y según tu número de cédula, se ha vuelto tan natural que vender productos no considerados como básicos – como las galletas María – bajo criterios de que “alcance para todos” lo han convertido en un gesto de buena voluntad, de recompensa a la lealtad de los clientes. Una estrategia “humana” de mercadeo.
Es lo que ocurre cada día, por estos días, en las panaderías: básicamente usted no puede comprar la cantidad de pan que desee o necesite, sino la que el panadero decida en función de la harina que tenga y de cuan bueno quiere ser con el prójimo.
No es que no necesitemos gestos de solidaridad.  En estos tiempos son imprescindibles, necesarios, urgentes, todo lo que cada uno de nosotros pueda hacer para ayudar a paliar la situación de hambre que estamos viviendo.
Y para ello no hay que confundir la administración de la escasez con gestos de buena voluntad.  Cuando a un panadero decide vender un pan campesino por persona, condena a una familia de 4 ó 5 personas a comer menos o a poner a dos miembros a hacer la cola para cubrir su necesidad. ¿Dónde está la justicia? ¿Qué tiene de equitativo?
Si usted quiere llevarle galletas María al ancianato ubicado en San Bernardino que está a punto de cerrar por falta de comidad – y esto es real, nada hipotético - y ejercer así su solidaridad, podrá hacerlo si visita muchos negocios que decidieron vender solo dos por cliente, para poder comprar 10 o 15 paquetes de los bizcochos.
Y si quiere hacer unos sándwich para los amigos de su hijo que se reúnen a ver una película, tampoco lo puede hacer.  Tendrá que llevárselos antes a todos a hacer la cola de la panadería.  Mejor si son mayores de edad.
En el fondo lo que se ha instalado en el cerebro de muchos venezolanos, gracias a varios años de este gobierno, es que comprar mucho – con la relatividad del término - es un gesto de egoístas o asociado a un negocio turbio, el bachaqueo pues.
No pretendo concluir con un cierre contundente para defender mi punto de vista.  Solo me limito a dejar eso en el aire,  porque a diario aparecerán antes sus ojos y su solidaridad, la suya de Ud, los riesgos de ser puesta en entredicho.