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miércoles, 26 de abril de 2017

El Defensor y la historia

Hace unos días durante una entrevista con Pedro Penzini, Tarek William Saab, funcionario que ostenta el cargo de "Defensor del Pueblo" en Venezuela, manifestaba su convicción de que la la historia le reconocería su papel en este momento convulso del país, y por supuesto tendremos que agradecerle.  Admito que no pidió una estatua, pero no se descarta.
De cierta manera el Defensor tiene razón, porque de que será historia no hay duda.
Por ejemplo, en algunos años la historia dirá que Saab fue el Defensor del Pueblo que promovió por sus acciones que miles de ciudadanos de manera pacífica se movilizaran muchas veces a visitarle a su oficina, aunque él no quería (el video da fe de los que tratamos hoy).
Será el Defensor que, protegido por las fuerzas de "Orden público" ancladas a unos pocos kilómetros de su ventana, fue testigo del uso de sustancias prohibidas constitucionalmente para reprimir manifestaciones cuyos envases disparados con saña directamente al cuerpo causó muertos y heridos.  El muerto de hoy se llamaba Juan Pablo, tenía 20 años, era estudiante. Una bomba lacrimógena al pecho le paró el corazón.
Por su actuación en estos tiempos cuando "expresó su apoyo a la sentencia número 155 de la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia, mediante la cual se le retiraba la inmunidad parlamentaria a los diputados y diputadas de la Asamblea Nacional" la historia recordará que en menos de un mes 8000 ciudadanos venezolanos le pidieron su renuncia.
Saab: usted será historia; no por poeta y mucho menos por Defensor de Derechos Humanos...a menos que le haga caso a su hijo mayor quien también estaba en la manifestación







domingo, 23 de abril de 2017

El G2 o Papa Dios

I

La marcha llegó a la Conferencia Episcopal. Cruzó "el reino" de Rodríguez y 16 kilómetros más tarde se plantó en Montalbán. 
Tuvo que superar tres grandes escollos; barricadas de PNB y Guardia Nacional que al final la dejaron avanzar por el camino planificado (con algunas excepciones).
Y allí está el detalle. ¿Cómo esto fue posible? ¿qué o quién hizo real este inimaginable suceso? ¿por qué no la dispersaron e impidieron su avance?
Teorías vienen, teorías van, casi tantas como cabezas hay en Venezuela. 
Para unos fue una jugada estratégica del Gobierno diseñada por el G2 cubano (que también involucra a Sor Esperanza).

Hay quien habla de "negociación" entre la oposición y el gobierno, colocándole a la acción el sentido de traición.
Un periodista sostiene que todo fue producto de una reunión entre el Vaticano y representantes de la Iglesia con los hermanos Rodríguez más el diputado Rodríguez Héctor (tesis que ha sido desmentida en la tarde del domingo 23 de abril). Yo sostuve - en mis red de amigos y familia - que todo quizás se debía a la presión internacional: hay que cuidar un poco la imagen.


II

En un artículo en Tal Cual cuyo título ya esboza claramente el contenido (¿La oposición negoció para lograr marchar sin ser reprimida?) los políticos, alcaldes y diputados, argumentan que fueron las conversaciones con los que estaban al mando de las fuerzas de represión y no otras las que abrieron el camino. Monseñor Diego Padrón, Presidente de la Conferencia Episcopal Venezolana niega la participación de la Iglesia en algún evento que haya conducido a este desenlace.   La entrevista concluye con su afirmación de que “Dios tiene la mano metida en todo”.


III

Tenemos la autoestima tan por el suelo, que no somos capaces de reconocer y celebrar los triunfos que por acción directa o indirecta obtenemos.  Muchas de las tesis que tratan de explicar el éxito de la marcha suponen que no fue la gente sino un gobierno que por jugar, como un gato lo hace con un ratón, nos dejó avanzar, o que los dirigentes entregaron algo a cambio, o fue una fuerza divina la razón del logro.

En todo esto se olvidan las largas caminatas, las bombas lacrimógenas y los golpes recibidos, los centenares de detenidos y apaleados, los contactos con gobiernos e instituciones de América y Europa, los comunicados realizados por organizaciones de la sociedad civil, que en su conjunto han permitido que la gente del mundo sepa que algo grave pasa en Venezuela.  Con la movilización hasta Montalbán - el extremo oeste de la ciudad de Caracas - se estaba transmitiendo un mensaje. Si llegaba o no llegaba la marcha, se decía algo, se decía mucho.

Si no confiamos en lo que nuestros líderes y el ciudadano hacen, reconocemos que los logros (pocos o muchos) son los que están produciendo la diferencia, entonces para qué seguir haciendo algo. 

Si el anterior pensamiento es lo que nos guía, dejemos entonces que sea el G2 o Papa Dios, por si solos, quienes decidan cuál es el fin de la historia.