Ya que "Vivir viviendo" fue víctima de un virus o un hackeo, qué se yo, aquí les cuento, como el título de la canción de Fito, dónde va mi vida
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lunes, 19 de septiembre de 2016
Contrastes
Mi ruta para llegar a Panamá - por motivo de trabajo - implicó la salida desde el ala este del Aeropuerto Internacional Simón Bolívar. Allí, antes de las 5 de la mañana y mientras esperaba que se iniciara el chequeo, me cruce con un trozo del piso diseñado por Carlos Cruz Diez (la foto de la izquierda) que muestra el notable deterioro de esa obra de arte que últimamente sirve para fotografiar los zapatos de quienes se van buscando nuevos rumbos.
Y uno llega a Panamá y los contrastes con Venezuela surgen espontáneamente, mientras caminas, conversas con los amigos o simplemente atiendes la reunión a la que fuiste invitado.
Los café, con o sin leche, los sirven sin limitar el número de bolsas de azúcar o splenda. Estas suelen estar allí en la mesa del establecimiento o del refrigerio. Usted se sirve cuál quiera y cuanta desee. No como un domingo en el centro de Caracas, donde o no hay café, o no hay leche, o no hay azúcar, o todas las anteriores, y si hay quizás no sirva el punto de venta.
Las farmacias panameñas están llenas de variadas - en precio, formas y/o composición - marcas de pasta dental, jabón, enjuague bucal, toallas sanitarias, afeitadoras, desodorantes. Parece que, como dice una amiga, en Panamá no hay guerra económica, que es lo que "explica" que todo lo anterior sea escaso en Venezuela y obtenerlo constituya todo un calvario con horas de cola.
En Panamá todo se paga en dólares, cuyo valor es el mismo del Balboa, la otra moneda de circulación legal. Por tanto, los cajeros automáticos dispensan dólares; 500 por día y en una sola operación, en cualquier cajero (no solo el de su banco). En sí mismo eso no dice mucho, y por ello agrego que el salario mínimo mensual es de 385 dólares, y por tanto en un día, en una operación, usted puede sacar mucho más del sueldo básico de un mes. Por el contrario, en Venezuela, usted requiere ir 9 días, a un cajero del banco que tiene su dinero para que, de seis mil en seis mil, alcance retirar lo equivalente al salario mínimo. Si va por taquilla, sólo se pagan cheques hasta 50 mil bolívares por día.
Seguramente muchas cosas son hoy más costosas en Panamá que en Venezuela: la crema dental es un ejemplo. Pero no así las lentejas, que se compran a 2 dólares el kilo, mientras que en Venezuela, donde el salario mínimo llega escasamente a los 50 dólares, valen 7.
Hay contrastes más sutiles, que me los recordó mi amigo Juan Posada, quien lo había escrito en un artículo en 2015:
"Pero el pasado miércoles 25 de marzo de 2015 estos sentimientos encontrados han pasado al plano profesional, como biólogo que soy, al ser testigo en un mismo día de la creación del Ministerio de Ambiente (Panamá) y del Ministerio del Ecosocialismo y Aguas (Venezuela). Al momento de sancionar la Ley el Presidente Valera anunció que “El Ministerio de Ambiente representa la garantía que el tema ambiental será incorporado en todas las decisiones de Estado”, mientras que el Presidente Maduro dijo que “El Ministerio del Ecosocialismo y Aguas se encargará de asumir todas las tareas del ecosocialismo, de desarrollo del concepto ecológico para salvar al planeta del cambio climático”.
Panamá técnica y pragmática; Venezuela ideológica y prepotente.
La cinta costera, un parque con ciclovía que bordea buena parte de la Bahía de Panamá está limpia a las 7 de la mañana de un miércoles mientras numerosos corredores se ejercitan enganchados a sus teléfonos y ipods, sin ningún temor. En el Parque del Este, sucio, lleno de monte, cercado y poblado de Guardias Nacionales en la entrada, tiene la mar de historias de asaltos a corredores.
La foto del lado derecho que encabeza este artículo fue el otro contraste - que no pude disfrutar en persona - el de un Cruz Diez valorado y admirado, que desde el mes de Junio forma parte de la ciudad de Panamá: "el edificio Kenex Plaza, en Panamá, se engalana con una obra del maestro Carlos Cruz Diez. La obra abarca tres pisos, y sus dimensiones son de 36 metros de largo por 09 de altura en el lado este y 42 metros de largo por 09 de alto por el lado norte, lo que dibuja una gran franja colorida alrededor de la estructura".
Nuestro hoy es una garantía de derrota al compararnos con cualquier país del mundo. Ese es nuestro punto de partida. Nos toca echarle un camión.
Alejandro Luy
19 de septiembre de 2016
lunes, 20 de junio de 2016
La solidaridad en la administración de la escasez
En el bodegón han decido que,
para ser solidarios con todos los clientes, venderán solo dos paquetes de
galletas María por persona. Calificar
del gesto de “contra natura” para un negocio o simplemente la administración de
la escasez le valió a mi esposa echarse encima a todos los que se encontraban
allí. Curiosamente no la llamaron neoliberal
sino casi le dicen chavista, porque “así piensan los chavistas” escuchó.
Y es que administrar la
escasez, dos paquetes a la semana y según tu número de cédula, se ha vuelto tan
natural que vender productos no considerados como básicos – como las galletas
María – bajo criterios de que “alcance para todos” lo han convertido en un
gesto de buena voluntad, de recompensa a la lealtad de los clientes. Una
estrategia “humana” de mercadeo.
Es lo que ocurre cada día,
por estos días, en las panaderías: básicamente usted no puede comprar la
cantidad de pan que desee o necesite, sino la que el panadero decida en función
de la harina que tenga y de cuan bueno quiere ser con el prójimo.
No es que no necesitemos
gestos de solidaridad. En estos tiempos
son imprescindibles, necesarios, urgentes, todo lo que cada uno de nosotros pueda
hacer para ayudar a paliar la situación de hambre que estamos viviendo.
Y para ello no hay que confundir
la administración de la escasez con gestos de buena voluntad. Cuando a un panadero decide vender un pan campesino
por persona, condena a una familia de 4 ó 5 personas a comer menos o a poner a
dos miembros a hacer la cola para cubrir su necesidad. ¿Dónde está la justicia?
¿Qué tiene de equitativo?
Si usted quiere llevarle
galletas María al ancianato ubicado en San Bernardino que está a punto de
cerrar por falta de comidad – y esto es real, nada hipotético - y ejercer así
su solidaridad, podrá hacerlo si visita muchos negocios que decidieron vender
solo dos por cliente, para poder comprar 10 o 15 paquetes de los bizcochos.
Y si quiere hacer unos sándwich
para los amigos de su hijo que se reúnen a ver una película, tampoco lo puede
hacer. Tendrá que llevárselos antes a
todos a hacer la cola de la panadería.
Mejor si son mayores de edad.
En el fondo lo que se ha
instalado en el cerebro de muchos venezolanos, gracias a varios años de este gobierno,
es que comprar mucho – con la relatividad del término - es un gesto de egoístas
o asociado a un negocio turbio, el bachaqueo pues.
No pretendo concluir con un
cierre contundente para defender mi punto de vista. Solo me limito a dejar eso en el aire, porque a diario aparecerán antes sus ojos y
su solidaridad, la suya de Ud, los riesgos de ser puesta en
entredicho.
domingo, 29 de mayo de 2016
Las organizaciones no deben sobrevivir
La crítica situación de Venezuela ha hecho que las palabras sobrevivir y sobreviviendo aparezcan comúnmente en el discurso de personas e instituciones para describir - directa o indirectamente - condiciones y expectativas que ilustran su accionar para ahora o en el futuro cercano.
Pero, ¿es igual sobrevivir para una persona que para una institución? Mi respuesta es no, y por ello considero que no es cosa menor pensar que una organización no debe sobrevivir, o para ser exacto, no debe decir que está sobreviviendo.
Para que una persona sobreviva lo que requiere es tener los elementos básicos para mantener los signos vitales. Necesita oxígeno, agua y alimentos. Incluso bajo ciertas condiciones y por un corto lapso de tiempo podría "sobrevivir" con los dos primeros. Con ello la persona gana tiempo, a fin de que algo o alguien la ayude a salir de esa situación: un náufrago espera llegar a una tierra poblada o que un barco lo encuentre en el medio del mar; alguien bajo los escombros de un edificio derrumbado por un terremoto confía en la llegada de rescatistas que lo liberen mientras aun posee vida. En esos momentos ningún mortal piensa en cuáles serán las próximas materias o carrera que cursará, tampoco decidirá la nueva decoración de su hogar o de su negocio, ni si se mudará a otra ciudad o a otro país. Respirar, tomar agua y comer sólo para ganar tiempo es la estrategia básica de un sobreviviente.
¿Y las organizaciones pueden sobrevivir? ¿Cuáles son sus signos vitales? El alma y el cuerpo de las organizaciones, y pienso especialmente las que conforman la sociedad civil, es el motivo para el cual fueron creadas - misión, visión, valores, objetivos - por tanto la sobreviviencia está intimamente ligada a que se mantenga un accionar orientado a cumplir esos deseos fundacionales.
Para una organización, sobrevivir no es solo respirar. No es sobrevivir que una organización tenga una oficina, un personal y que aparezca como miembro de una lista o participante de un evento, sin que esté actuando de manera programática orientada a cumplir su misión. Sobrevivir no es solo "mantener abierto el negocio" sino mantenerse realmente activos.
Por supuesto, y volviendo a la crisis de Venezuela, es posible que el nivel de ejecución de proyectos y actividades no sea el deseado o el que mas contribuya para lograr un mayor impacto, y ante ello cada organización tiene la obligación de repensarse en función de los recursos disponibles, de los aliados potenciales, de las redes a las que está integrada, de sacarle provecho a las circunstancias. Resiliencia puede ser un concepto acorde a este momento.
Las palabras tienen mucha fuerza y por ello, definitivamente, es mucho mejor que eliminemos del vocabulario de nuestras organizaciones la palabra sobrevivir para dejar de transmitir la sensación de un estado de inacción que no justificaría algún esfuerzo de apoyo por parte de aliados o patrocinantes.
En la crisis no diga que su organización está sobreviviendo, mejor diga que está trabajando, y dedíquese - como pueda - a lograr su misión.
Las palabras tienen mucha fuerza y por ello, definitivamente, es mucho mejor que eliminemos del vocabulario de nuestras organizaciones la palabra sobrevivir para dejar de transmitir la sensación de un estado de inacción que no justificaría algún esfuerzo de apoyo por parte de aliados o patrocinantes.
En la crisis no diga que su organización está sobreviviendo, mejor diga que está trabajando, y dedíquese - como pueda - a lograr su misión.
viernes, 29 de abril de 2016
El traje típico
La elección del mister Venezuela la asumí como una respuesta muy seria a una necesidad del país, como es la de reconocer que este no puede ser el territorio de las mujeres bellas si al mismo tiempo no es el de los hombres bellos, guapos o atractivos. El adjetivo es lo de menos, lo importante son los genes.
En un corto período de participación en eventos internacionales, nuestros mister Venezuela han tenido una muy digna actuación, dejando muy en alto las facciones, los músculos y las proporciones de los caballeros de esta tierra de gracia. De los electos en los tres primeros concursos, dos tuvieron éxito en sus retos mundiales: Sandro Finoglio fue mister Mundo y Ernesto Calzadilla ganó el certamen Mister Manhunt International.
Pero el orgullo es mayor, porque los factores claves para la obtención de los títulos en otras latitudes no sólo han sido la belleza física y la capacidad intelectual de los representantes, sino el talante con el cual pueden enfrentar los momentos duros de un concurso como puede ser la presentación en traje típico. La prueba de mi afirmación quedó demostrada en el más reciente concurso de belleza masculina, en el cual el joven Nadir Nedy, finalista del Mister Venezuela de 1998, vistió en el concurso de Mister Internacional celebrado en la India, un curioso traje típico: el de pájaro guarandol.
Dada mi ignorancia sobre este pajarraco, su omisión en la Guía de las Aves de Venezuela, y la falta de visión de los medios de comunicación al no mostrar la foto de tan original traje, sólo me ha quedado imaginarlo en tonos naranjas, amarillo y negro, es decir con los colores de un turpial, con una extensión de tela entre el torso y los brazos para que Nadir abriera sus extremidades superiores en señal de vuelo. Completa el traje el piquito y la colita emplumada.
Sinceramente me declaro ansioso para ver las próximas ediciones de los concursos internacionales de belleza masculina para poder disfrutar la manera como nuestros diseñadores resuelven el traje típico y el representante venezolano lo luce con prestancia y altivez, condiciones necesarias para poder vestir tan retador atuendo que refleja nuestra idiosincrasia.
Que los modistas -que son quienes saben- me perdonen la osadía, pero deseo sugerir un par de trajes para los próximos concursos. Podrían diseñar un traje de burriquita con el cuerpo del animal vestido de una sobria gabardina italiana gris burro, acompañada por unos pantalones negros, camisa blanca de seda, un sombrero de paja adornado con lentejuelas de donde nacen unas clinejas rubias o pelirrojas, para dar exotismo al vestuario.
O qué tal ataviar a nuestro mister Venezuela de carite: chiffon rosado ceñido al cuerpo, adornado con mostacilla, atrapado en una atarraya adornada de cristales y una colonia penetrante que recuerde el olor del área de las pescaderías del mercado de Quinta Crespo.
Estoy seguro de que a los mister Venezuela le sobrará eso que llaman charm para pasear tan autóctonos trajes por las pasarelas internacionales y honrar la belleza masculina del país. Mucho éxito, caballeros.
Alejandro Luy
Nota: Por este premio obtuve el mejor artículo de opinión de Nuevas firmas en el año 2000
En un corto período de participación en eventos internacionales, nuestros mister Venezuela han tenido una muy digna actuación, dejando muy en alto las facciones, los músculos y las proporciones de los caballeros de esta tierra de gracia. De los electos en los tres primeros concursos, dos tuvieron éxito en sus retos mundiales: Sandro Finoglio fue mister Mundo y Ernesto Calzadilla ganó el certamen Mister Manhunt International.
Pero el orgullo es mayor, porque los factores claves para la obtención de los títulos en otras latitudes no sólo han sido la belleza física y la capacidad intelectual de los representantes, sino el talante con el cual pueden enfrentar los momentos duros de un concurso como puede ser la presentación en traje típico. La prueba de mi afirmación quedó demostrada en el más reciente concurso de belleza masculina, en el cual el joven Nadir Nedy, finalista del Mister Venezuela de 1998, vistió en el concurso de Mister Internacional celebrado en la India, un curioso traje típico: el de pájaro guarandol.
Dada mi ignorancia sobre este pajarraco, su omisión en la Guía de las Aves de Venezuela, y la falta de visión de los medios de comunicación al no mostrar la foto de tan original traje, sólo me ha quedado imaginarlo en tonos naranjas, amarillo y negro, es decir con los colores de un turpial, con una extensión de tela entre el torso y los brazos para que Nadir abriera sus extremidades superiores en señal de vuelo. Completa el traje el piquito y la colita emplumada.
Sinceramente me declaro ansioso para ver las próximas ediciones de los concursos internacionales de belleza masculina para poder disfrutar la manera como nuestros diseñadores resuelven el traje típico y el representante venezolano lo luce con prestancia y altivez, condiciones necesarias para poder vestir tan retador atuendo que refleja nuestra idiosincrasia.
Que los modistas -que son quienes saben- me perdonen la osadía, pero deseo sugerir un par de trajes para los próximos concursos. Podrían diseñar un traje de burriquita con el cuerpo del animal vestido de una sobria gabardina italiana gris burro, acompañada por unos pantalones negros, camisa blanca de seda, un sombrero de paja adornado con lentejuelas de donde nacen unas clinejas rubias o pelirrojas, para dar exotismo al vestuario.
O qué tal ataviar a nuestro mister Venezuela de carite: chiffon rosado ceñido al cuerpo, adornado con mostacilla, atrapado en una atarraya adornada de cristales y una colonia penetrante que recuerde el olor del área de las pescaderías del mercado de Quinta Crespo.
Estoy seguro de que a los mister Venezuela le sobrará eso que llaman charm para pasear tan autóctonos trajes por las pasarelas internacionales y honrar la belleza masculina del país. Mucho éxito, caballeros.
Alejandro Luy
Nota: Por este premio obtuve el mejor artículo de opinión de Nuevas firmas en el año 2000
jueves, 7 de abril de 2016
¿Tu comes fororo?
Yo se que poca gente lee este blog, es decir, poca gente lee lo que yo escribo, y estoy seguro de que quienes lo leen les parece que el contenido es irrelevante. Aun así he decidido escribir por la necesidad de alimentar mi ego y sentirme útil para la sociedad de la que usted es parte. Y no hay momento más útil que cuando estamos en crisis, los que estamos en crisis, que somos unos poquitos a decir de quienes nos gobiernan.
Por eso he formulado la pregunta que da título a este artículo, que derivará en una recomendación potencialmente de interés para quien viva en Venezuela, cuya primera respuesta muy posiblemente sea, ¿y qué es fororo?
Andaba un día de estos caminando por Caracas pensando cómo garantizar el desayuno tradicional de mi casa si no hay pan, harina de trigo o harina de maíz y en un abasto de Chacao encontré unos paquetes de fororo marca La Lucha. Al instante me pregunté, ¿y qué es fororo?, cuya respuesta que encontré debajo de la marca del producto: Harina de maíz tostado.
Hasta ese momento no me había percatado de que en mi existencia había probado el fororo, y la más reciente referencia que tenía de este alimento era la del cantar de la señora que se para en la esquina de Cruz de Candelaria desde hace muchos años para ofrecer "avena, fororo, peto" como bebidas para empezar el día.
Entonces el fororo es harina de maíz pero tostado, y como harina de maíz es harina de maíz, procedí a comprarlo para experimentar en la elaboración de arepas de fororo.
El fororo no es blanco ni amarillo sino marrón, y es una harina muy compacta, por tanto bastante diferente a lo que acostumbramos utilizar para las arepas. Se requiere entonces agregar más agua a la masa para que a la hora de cocinar no quede como una roca. En ocasiones ha quedado tan líquida la masa que la vierto en el tosti arepa como si se tratará de masa de panquecas.
La experimentación también me llevó a descubrir que le hace bien a la contextura de la arepa de fororo mezclar la masa con avena o zanahoria, e incluso un poco de ají dulce.
Con este nuevo ingrediente es que se ha venido desayunando y cenando en la casa en los últimos meses. Con eso y con gofio que es harina de trigo tostada, que sirve para hacer panquecas.
Yo espero que le sea útil esta recomendación que sin duda debe estar siendo utilizada por mucha más gente de la que usted se imagina. El motivo de mi última afirmación viene de que el otro día un bachaquero legal del mercado de Chacao, de esos que tiene su puesto en el primer piso, me estaba pidiendo 700 bs por el kilo de fororo cuando su precio es de 258 bolívares.
Le acabo de dar una estrategia para afrontar la crisis. Allá usted si leyó hasta aquí y me hace caso.
Nota: A Septiembre de 2017, hemos desarrollado la arepa de fororo potenciada con plátano maduro sancochado, cuya elaboración es (creo) muy clara: basta mezclar uno o dos plástanos bien maduros sancochadas con el fororo. Ya el fororo La Lucha cuesta 4 mil bs y otros salen más caras. Ahh, ahora hacemos las arepas al horno luego de "sacarle la concha" en un budare.
domingo, 3 de abril de 2016
Todo a mil
Este es uno de los artículos que más me he apresurado a escribir. Su vigencia puede perderse en... ¿una o dos semanas?, y eso me inquieta.
Antes que llegara lo que infortunadamente bautizaron Bolívar fuerte existían en Venezuela negocios de baratijas donde casi todos los productos se ofertaban a 1.000 bolívares de los viejos, bolívares sin adjetivo.
"Todo a mil" era en la práctica una franquicia, en la que participaban muchos negocios, donde se encontraban pinzas de ropa, diversos tipos de envases de plásticos, juguetes, cubiertos, y cualquier mariquera hecha en China, importada a pesar del control de cambios. Total estábamos en la bonanza petrolera.
Pero en 2007 el Bolívar fuerte nació dividendo entre mil la moneda anterior. Un millón pasó a ser mil, y mil, tan solo 1 bolívar.
Pasó el tiempo, nos arropó la inflación hasta llegar a ser de tres dígitos y la más alta del mundo, y mil bolívares es hoy - dudo que mañana - la referencia para los venezolanos. Mil, más o menos doscientos bolívares, es el costo de muchos productos que día a día debemos comprar.
Mil bolos es medio cartón de huevos, mil bolos es medio kilo de queso blanco duro, mil bolos es un shampoo Head & Shoulders vendido por los bachaqueros del Mercado de Chacao, mil bolos son tres o cuatro panes campesinos, mil bolos son dos café grandes y dos cachitos, un kilo de ají, de zanahoria o de tomate.
Mil bolos son, además, 10 billetes de la más alta denominación disponible en Venezuela. Por ello no estaría mal que las autoridades del Banco Central de Venezuela entendieran que es tiempo del billete de 1000, para cuyo diseño propuestas existen. Y si se retrasan, entonces vayan pensando en el de 2000 o 5000.
Nota: Referencia a la inflación
La foto que ilustra este artículo es de octubre de 2014. Me "quejaba" porque eso lo había comprado con 500 Bs: medio kilo de queso blanco, medio cartón de huevos, dos panes campesinos, cambures, dos plátanos, las papas y las cebollas.
Hoy, sería 1000 por los huevos, 1200 por el queso, 500 por los panes, 400 por los cambures, y con lo otro tendría un total cercano a los 3600 bolívares.
No han pasado dos años y las cosas valen 7 veces mas.
jueves, 24 de marzo de 2016
Sin sombra no hay luz
Lo que estás buscando
lo vas a encontrar
desapercibido a tus ojos
Sin sombra no hay luz Sentimiento muerto
lo vas a encontrar
desapercibido a tus ojos
Sin sombra no hay luz Sentimiento muerto
Mucha gente brilla como las estrellas. Ya está usted sacando conclusiones apresuradas. Lo anterior no es un halago, por el contrario debe ser considerado como una soberana desgracia. Porque para brillar como una estrella en la noche, se requiere estar rodeado de una profunda oscuridad.
No sé si se ha percatado, pero en eso que llaman figuras públicas, porque pertenecen al gobierno, tienen un puesto en la Asamblea o alguna otra institución del estado, aparecen u opinan en la prensa, declaran en la radio y televisión, o simplemente son periodistas y actores convertidos en analistas políticos, hay muchos donde la oscuridad es la que manda. Pero ellos corren con suerte, no necesitan mucha “pulitura” para brillar gracias a la opacidad que se les enfrenta.
Y es fácil reconocerlos. Es la gente que no analiza sino desea; que no evalúa, sólo defiende su puesto y sus relaciones, gente de “estoy absolutamente convencido”, gente que se siente brillante al creer que su palabra es la verdad, gente que confunde el poder con la inteligencia.
Es gente tan oscura, que facilita el brillo de los ineptos y - al mismo tiempo - brillan porque en su mundo reina la oscuridad. Son seres brillantes porque dicen lo que sus seguidores – mediocres ellos – quieren escuchar.
Si usted se cree un ser brillante, pregúntese si su brillo ilumina a todos – como el sol – o sólo es una tenue luz que resplandece gracias a la oscuridad de quienes le rodean. Si usted es una figura pública hágase varias veces la pregunta. Hágasela una y otra vez.
Definitivamente, hay gente muy brillante, como un bombillo de 20 vatios en un cuarto oscuro. Por eso brillan muchos en el gobierno. Por eso brillan muchos en la oposición. Por eso los jóvenes dicen que Caramelos de Cianuro es un gran grupo de rock.
Sin sombra, no hay luz.
Escrito a mediados de los 2000
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