I
La marcha llegó a la Conferencia Episcopal. Cruzó "el reino" de Rodríguez y 16 kilómetros más tarde se plantó en Montalbán.
Tuvo que superar tres grandes escollos; barricadas de PNB y Guardia Nacional que al final la dejaron avanzar por el camino planificado (con algunas excepciones).
Y allí está el detalle. ¿Cómo esto fue posible? ¿qué o quién hizo real este inimaginable suceso? ¿por qué no la dispersaron e impidieron su avance?
Teorías vienen, teorías van, casi tantas como cabezas hay en Venezuela.
Para unos fue una jugada estratégica del Gobierno diseñada por el G2 cubano (que también involucra a Sor Esperanza).
Hay quien habla de "negociación" entre la oposición y el gobierno, colocándole a la acción el sentido de traición.
Un periodista sostiene que todo fue producto de una reunión entre el Vaticano y representantes de la Iglesia con los hermanos Rodríguez más el diputado Rodríguez Héctor (tesis que ha sido desmentida en la tarde del domingo 23 de abril). Yo sostuve - en mis red de amigos y familia - que todo quizás se debía a la presión internacional: hay que cuidar un poco la imagen.
II
En un artículo en Tal Cual cuyo título ya esboza claramente el contenido (¿La oposición negoció para lograr marchar sin ser reprimida?) los políticos, alcaldes y diputados, argumentan que fueron las conversaciones con los que estaban al mando de las fuerzas de represión y no otras las que abrieron el camino. Monseñor Diego Padrón, Presidente de la Conferencia Episcopal Venezolana niega la participación de la Iglesia en algún evento que haya conducido a este desenlace. La entrevista concluye con su afirmación de que “Dios tiene la mano metida en todo”.
III
Tenemos la autoestima tan por el suelo, que no somos capaces de reconocer y celebrar los triunfos que por acción directa o indirecta obtenemos. Muchas de las tesis que tratan de explicar el éxito de la marcha suponen que no fue la gente sino un gobierno que por jugar, como un gato lo hace con un ratón, nos dejó avanzar, o que los dirigentes entregaron algo a cambio, o fue una fuerza divina la razón del logro.
En todo esto se olvidan las largas caminatas, las bombas lacrimógenas y los golpes recibidos, los centenares de detenidos y apaleados, los contactos con gobiernos e instituciones de América y Europa, los comunicados realizados por organizaciones de la sociedad civil, que en su conjunto han permitido que la gente del mundo sepa que algo grave pasa en Venezuela. Con la movilización hasta Montalbán - el extremo oeste de la ciudad de Caracas - se estaba transmitiendo un mensaje. Si llegaba o no llegaba la marcha, se decía algo, se decía mucho.
Si no confiamos en lo que nuestros líderes y el ciudadano hacen, reconocemos que los logros (pocos o muchos) son los que están produciendo la diferencia, entonces para qué seguir haciendo algo.
Si el anterior pensamiento es lo que nos guía, dejemos entonces que sea el G2 o Papa Dios, por si solos, quienes decidan cuál es el fin de la historia.
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