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martes, 22 de marzo de 2016

600 metros y más

I
Según google maps, si Ud sube caminando desde la Av Francisco de Miranda a la altura del Supermercado Luz, por la Calle Arturo Úslar Pietri y se dirige hacia el Centro Comercial San Ignacio, solo deberá recorrer 600 metros en unos 7 minutos.  4 o 5 cuadras de distintas longitud.
Aun en marzo, en plena Semana Santa, a las 7 de la mañana la temperatura en el sector es benévola.  
Si además no viste con tacones altos, ellas, o traje y corbata, ellos, si no tiene ningún problema físico o simple edad que le afecte su movilidad, pareciera lógico caminar ese trayecto y no solo por ahorrarse los 20 bolívares del pasaje.
Por eso no deja de ser un shock que alguien "en plenas facultades", vestido de manera casual, tome una camioneta para ir de pie y recorrer a esa hora 600 metros.
Cómo convencer a un ciudadano que camine más, por su bien y su salud, 20 minutos al día, o por el "cambio climático" si 600 metros a las 7 de la mañana requieren de motor y gasolina.
Inconcebible como los que en mi edificio toman el ascensor en el piso 1, para bajarse en el nivel inmediato inferior que corresponde al estacionamiento.


II
No se trata de que todos debamos ser atletas.  Ni que alguien quiera preservarse del sudor cuando va elegantemente vestido a su trabajo o a una reunión.
Mucho menos que una dama deba sufrir al caminar unas cuadras con unos zapatos diseñados para que ella se vea alta si está de pie, y elegante si está sentada.
Se trata de algo, sin duda, más difícil: de cambiar un hábito a cuenta de la salud, la economía, el ambiente o sólo por ser "lógico", entendiendo la relatividad de esa palabra.


III
Es como acostumbrase a recoger el pupú del perro cuando lo sacas a la calle; entender que el que llegó antes de ti, debe comprar, pagar, ser atendido antes que tu.  Así de simple.  

IV

Mi amigo Alejandro Álvarez me hizo conocer el cuento Caracas sin agua de Gabriel García Márquez (recomendado plenamente) que describe una situación de 1958 y en este se lee:

Al dirigirse a su trabajo, Samuel Burkart saludaba a una vecina que se sentaba en su jardín desde las 8 de la mañana a regar la hierba. En cierta ocasión le habló de la necesidad de economizar agua. Ella, embutida en una bata de seda con flores rojas, se encogió de hombros. “Son mentiras de los periódicos para meter miedo —replicó—. Mientras haya agua yo regaré mis flores.”

Y yo me pregunto cuántas personas, hombres y mujeres, jóvenes y viejos, de Venezuela estarán "regando sus flores" a pesar de la profunda crisis de agua en el país que también ha llegado a Caracas (ciudad consentida con todos los servicios) a cuenta, por vengarse de un gobierno ineficiente que no supo planificar y prepararnos para esta situación.


V
Claro está, cada quien tiene su lógica.  Su manera de pensar; su manera de expresarse.  Así soy yo pues, y qué.
El reto es alinearnos, no por ser iguales, sino por ser mejores ciudadanos.

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